
Cada día a mis pequeñas campanillas les recuerdo que sus alas son solo suyas y nadie tiene el derecho a cortarlas. Les digo que siempre tienen que dejar claro cuáles son sus límites y que quien les hace sentir mal no puede formar parte de su camino.
Ellas saben que su cuerpo es su templo y nadie tiene derecho a juzgarlas por enseñar más o menos pierna. Los colores que eligen, la ropa que se ponen o los deportes que practican no tienen género. Formamos parte de una globalidad donde hombres y mujeres podemos ser todo y donde debemos tratarnos como iguales.
Ignoran cuánto de cierto o no es cada una de estas afirmaciones. No han oído hablar de la desigualdad entre hombres y mujeres y de las renuncias que hacemos las madres para cuidar de nuestros hijos en la mayoría de los casos dejando de lado nuestra carrera profesional y aspiraciones. Tampoco saben que seguimos recibiendo comentarios asquerosos por nuestra falda corta y que la historia nos ha ignorado durante siglos.
Existe el feminismo porque el machismo lleva años callando a las mujeres, atándolas en corto, relegándolas a puestos inferiores y ocultando nuestro pasado. Nuestro mundo no necesita posturas extremas ni peleas, lo que necesita es justicia e igualdad para todos los hombres y mujeres. Mientras eso llega solo nos queda la educación y la lucha.
Educo mujeres en mi casa y observo a mis alumnos más mayores. Las nuevas generaciones vienen con algunas ideas claras aunque en materia de igualdad son ellas las que se sorprenden de cuantas cosas aún hay por mejorar. Y a vosotras mamás de hombres os pido que cambiéis la historia y eduquéis en vuestros hogares a personas que respeten a las mujeres y las vean como un igual. Tenéis la llave para cambiar los viejos esquemas. Al final se trata de educar a personas con valores y que entiendan que somos diferentes por fuera pero no distintos en cuanto a aspiraciones, sueños y derechos.
Siguen muriendo demasiadas mujeres y sufriendo violencia de cualquier tipo. Mujeres casadas a la fuerza, mutiladas sexualmente, repudiadas, tapadas con velos y en algunas culturas se ve el nacimiento de una mujer como una desgracia. Seguimos recibiendo comentarios machistas por nuestra forma de vestir o pensar. No estamos seguras al volver a casa por la noche y tenemos que mandarle un mensaje a nuestra amiga para que sepa que hemos llegado bien. Es increíble saber la cantidad de mujeres que hemos sido acosadas una noche y hemos sentido verdadero miedo. Por no hablar de haber sido juzgadas o tratarlo como un tema tabú por sentirnos culpables.
Nuestra sociedad tiene que cambiar y si tú que me estás leyendo quieres formar parte de ese cambio tienes que empezar a respetar al ser humano que tienes al lado sea quien sea. Las mujeres tenemos que ayudarnos y darnos fuerza entre todas, hacer comunidad, hacer equipo y no para ir en contra de nadie si no para ser como el junco que se dobla pero se mantiene en pie y le demuestra a las generaciones futuras que ser iguales es una realidad y no una quimera.
Larga vida al 8M mientras tenga que existir.