
No es lo mismo querer que querer bonito porque cuando quieres no sabes lo que el otro piensa con solo mirarle a los ojos ni adivinas el motivo de su sonrisa.
No es lo mismo querer que querer bonito porque cuando quieres cuentas las faltas, das las sobras y andas deprisa como alma que lleva el diablo.
No es lo mismo querer que querer bonito porque cuando quieres no esperas, no acompañas, no descansas, vives pendiente del futuro sin pasar por el presente.
No es lo mismo querer que querer bonito porque cuando quieres te pesan las horas, odias los domingos, no soportas los compromisos y vives sin vivir.
No es lo mismo querer que querer bonito porque cuando quieres solo ves no miras, solo oyes no escuchas, solo andas no acompañas y solo quieres pero no amas.
No es lo mismo querer que querer bonito porque cuando quieres no te quieres, no te cuidas, no te conoces, solo das para recibir, solo usas y deshechas y sales sin haber llegado a entrar.
No es lo mismo querer que querer bonito porque cuando quieres solo posees, buscas el triunfo en aquello que no te hará fracasar y siempre olvidas lo único que necesitas para continuar.
No es lo mismo querer que querer bonito porque cuando quieres no apuestas el todo por el todo, vives con excusas y jamás te entregas.
No es lo mismo querer que querer bonito porque cuando quieres vives en una jaula de cristal que algún día se romperá, esperas ver la luna cuando estás cegado por el sol y no bailas para no desgastar tus suelas.
Así que si vamos a querernos vamos a hacerlo bonito porque querer saben muchos pero solo unos pocos saben leer nuestras entrelíneas, abrazar nuestros demonios, hacer desvanecer nuestros fantasmas, apreciar nuestros silencios, acariciar nuestras lágrimas, despertar nuestra sonrisa y compartir nuestras ganas de vivir. Si vamos a querernos vamos a hacerlo bonito los unos para los otros, ordenemos juntos nuestro caos y seamos calma.
Y quiérete más a que nadie porque así entenderás lo que es quererse bien bonito. Y el resto, que solo quiera, pero tú hazlo bonito…