¡Feliz día mamás!

Ese hombro al que ir a llorar cuando el alma aprieta de verdad.

Esa llamada al salir de trabajar y que te ayuda a filtrar lo que el día te da.

Esas palabras que a veces necesitas y otras veces no quieres escuchar.

Ese paso y otro paso más aunque haya días que no sepas hacia donde vas.

Esas caricias en el pelo que alejan a los monstruos y te acercan a tus sueños.

Esa sopa caliente en la mesa que alimenta por dentro y quita el malestar.

Esa puerta siempre abierta y sin un cerrojo que echar aunque el viento la intente cerrar.

Ese silencio que entiende todo y que aprendió a no juzgar.

Esos brazos fuertes que siguen sosteniendo la herencia de unas mujeres que eligieron juntas caminar.

Ese día para agradecer al vientre que nos dio la vida y aceptó maternarnos para el resto de nuestros días. Para abrazar a esos brazos que nos acunaron y nos cuidaron. La sangre siempre llama a la sangre y el cielo nos unió mediante un cordón que jamás se corta.

Ese día para agradecer a quien nos quiere aunque no llevemos su sangre. Para recordar a todas esas mujeres que nos criaron y para abrazar fuerte a quienes no pudieron serlo. En algún momento serán la luz de alguien que las recordará con amor y cariño.

Ese día que celebro mi maternidad con mis pequeñas campanillas que me convirtieron en bimadre. No soy la mejor pero sí pongo todo mi empeño para ser ese hombro al que ir a llorar, esa puerta a la que entrar, ese silencio que calla y esos brazos que cuidarán el legado de una historia de mujeres que sanarán para un día no volver a solas caminar.

Planicies

Falté a mi cita de escribir semanalmente y hacerlo de manera programada. Me faltó tiempo pero me falló más la constancia. Y eso duele porque no me canso de repetirles a mis pequeñas campanillas que la inteligencia no les llevará a cumplir sus sueños pero sí la perseverancia y creer en ellas mismas. Los techos están hechos de límites y aunque todos los necesitamos para que este mundo funcione a veces no son necesarios y acrecientan nuestras dudas.

A mí que no me gustan las superficies planas quizás porque aprendí a vivir con curvas, transito por planicies. Acostumbrada a subir pequeñas cimas mi cuerpo se conforma con andar miles de pasos sin ponerse los pies de gato. No me gusta pertenecer a ese grupo de personas que se reconocen cansados, estresados y sin mucho tiempo para nada pero mi cuerpo me habla y mi garganta no proyecta mi voz.

La primavera que llegó lo hace desplegando todos sus estados y mostrándose inconformista como siempre. Vivimos en un mundo lleno de emociones que nos atraviesan y con los años aunque las mantenemos a raya hay algunas que simplemente no podemos dejar pasar o tapar.

Lo más importante es volver al equilibrio y saber agradecer cada día las bendiciones que recibimos. No solo las grandes si no las pequeñas que nos alegran el alma. Sentirnos desafortunados es fácil cuando no conseguimos lo que por derecho creemos que merecemos. Nuestra mente muchas veces no juega en nuestro equipo y nos enreda buscando el mínimo resquicio para no ser agradecido.

Nuestro objetivo no puede ser felices siempre si no saber qué hacer cuando los días son grises para serlo. El tiempo se escapa entre nuestros dedos y lo perdemos en cosas que no podemos cambiar, personas que no lo harán y en disputas que nos agotan. Quizás es el momento de cerrar algunas puertas y apartar a algunas personas. El tiempo de solo escuchar y no opinar. El tiempo de confiar más y dirigir menos. El tiempo de entregarse de verdad al futuro y entender que es una gran bendición.

Y mis dos revoluciones me enseñaron a encajar todas las derrotas porque ellas son mi dos victorias. En los días en los que siento que aunque haga las cosas bien las cosas no me salen, en esos días en los que siento que no llego a todo pero sobre todo a todos, en los que quiero enseñar mi mejor versión y no me funciona, en los que se me clavan los ojos de desaprobación, es en esos en los que mi Fe no puede fallarme. Es ella la que me sacó de la locura y ella la que con planos o curvas es la que me salvará y me recordará que solo soy una pequeña semilla intentando florecer en una tierra árida y que seguirá creciendo en busca de la luz.

Día del padre

Tuve el mejor padre que merecí tener y no por ser la mejor hija si no por ser la que él necesitaba. No estábamos de acuerdo en muchas cosas y conseguía sacarme de mis casillas pero era el único capaz de entender mi caos interno. Con los años ambos nos dimos cuenta que estábamos equivocados el uno con el otro y aún puedo escucharte leyéndome la cartilla para que aprendiera a leer las entrelíneas y no solo las letras.

No sé dónde han ido a parar todos los besos y abrazos que no hemos podido darnos pero supongo que ahí arriba los estás repartiendo con los tuyos aunque para ti nunca hubo bandos. Acogiste a los que no eran de tu sangre con amor y los sentaste a tu mesa tal cual caballeros de la mesa redonda.

No hacías las mejores paellas del mundo pero le ponías mucho empeño y valía la pena verte sudar tinta mientras esperabas el veredicto de la sala. Sabes que ya no te lloro pero sí te añoro y aunque he tomado muchas decisiones en estos años siempre supe que estabas ahí dejándome decidir por mí misma.

Dejaste cinco semillas por aquí, tan distintos, tan iguales y con preguntas que algún día vas a tener que responderles. Te hemos buscado en las nubes mientras viajábamos en avión y en el cielo estrellado te hemos encontrado por tu brillo. De pequeños nos hacías trucos de magia pero la magia es hablar de ti y que la gente que te conoció sonría.

Escribí algunos capítulos en este tiempo con tu ayuda en la distancia. He cometido algunos errores de cálculo y he contraído nuevas deudas pero sé que cuando se apague mi luz estarás ahí para encender el interruptor como siempre. Me enseñaste muchas cosas y sé que en algunas no te he hecho caso pero en eso de seguir adelante, de volver a confiar y de entregarse a un nuevo amor sí porque me mostraste que el amor es lo único que vale la pena.

No tendré más hijos ni volveré a ser madre. No haré realidad tu sueño de serlo pero ejerces como nadie. Ellas salieron ganando y les tocó el premio de ser queridas por partida doble. Encontraste tu lugar con cada una convirtiéndote en futbolista y columpiador profesional. Veo lo que ven en ti y me inunda de gran paz saber que aunque no llevan tu sangre sabrás cogerles de la mano si lo necesitan.

¡Feliz día a todos los papás del mundo! A los que lo eligieron, a los que son y a los que ejercen. Lo importante no es llevar los mismos genes si no quererse mucho y bien y para eso no es necesario un título si no un corazón bien grande.

Tipos de palabras: verbos

Enterrar lo que duele no hará que deje de hacerlo solo tapará la herida hasta que un día no muy lejano la tirita no pueda cubrirla por más tiempo. Excavar para encontrar bajo la herida tapada es un acto de valentía o inconsciencia y en ocasiones es mejor dejar las cosas como están.

Hablar de las cosas que nos separan nos acerca a la solución pero a veces el silencio es mejor que cualquier nota desafinada. Lo peligroso es cuando el silencio crea abismos pero no hay que temerlo si no más bien abrazarlo.

Dejar esperando a alguien sin ofrecerle ninguna respuesta es egoísta y cruel para con el otro. Si no hay respuesta el mutismo no puede ser la solución. Quien descubrió el café lo hizo para que millones de personas se sienten en una mesa todos los días a aclarar sus vidas.

Jugar unas cartas distintas a las acordadas es bailar con la mentira pero la luz siempre viene a iluminar las cosas oscuras. Querer cambiar aspectos del otro es el mayor de los errores cuando son el reflejo de quién eres tú.

Pensar más en el pasado que en el presente no es poner el punto y final a una historia que cumple su papel de historia. Jamás podrá salir de nuestra memoria pero recordarla con todo lo positivo que aportó a nuestra vida será el mejor cierre.

En el empeño de querer hacer feliz a otros siempre hay alguien que queda atrás, tal vez con voz pero sin voto. Kilómetros de distancia no ahogan los pesares de quien se quedó fuera. En todos los bailes nadie debería quedarse sin bailar.

Cada uno debería hacerse cargo de sus palabras y decisiones entendiendo sin juzgar que todos no llevamos los mismos zapatos. Hacerse refugio de alguien implica algo más que ofrecerle un techo y una ducha caliente. Compartir es vivir pero no a cualquier precio.

Los besos que no se dan se pierden en el país de los besos perdidos junto con los planes que no se cumplen, al lado de las oportunidades pasadas y de los trenes que se fueron. Aferrarnos a la razón frente a los latidos del corazón es una apuesta perdida.

Dejémosle al invierno nuestra cajita de secretos que guardamos para no dañar a otros. Abandonemos nuestro letargo y caminemos hacia la primavera que hace renacer en nosotros la esperanza de los nuevos comienzos.

No habrá paz para los malvados

No habrá paz para los malvados. Antes o después la vida o la muerte vienen a cobrarse sus deudas. Ningún daño es gratuito. Ninguna palabra que mata sale ilesa. Ser ladrón de la paz de otro pesa y llegará el momento en que le pesará más a él que a la víctima.

No habrá paz para quien responde atacando cuando no se trataba de defenderse si no de llegar a un acuerdo. Y no la habrá para quien renuncia a sus valores y prohíbe a otros acercarse a ellos. Un día solo la verdad será verdad y ese día llegará arrasando cualquier mentira.

No habrá paz para los que se esconden tras su desequilibrio y tiran de la cuerda para que caigan otros. No la habrá para quien resta en la vida de otros y no suma y para quienes no se silencian cuando no tienen nada bueno que decir.

No habrá paz para los que utilizan sus talentos para dañar y su fuerza para destruir los sueños de otros. No la habrá para quien manipula las palabras y ensucia la dulce inocencia de los que aún la conservan.

No habrá paz para quien desatiende sus compromisos y falta a su palabra. No la habrá para quien ríe cuando el de al lado llora por su maldad. La luz acaba destapando lo que hay debajo de las tinieblas.

Nadie tiene el permiso de quitarle la paz a otro. Nadie podrá vivir en paz sabiendo que dejó que otro se ahogara con sus dolores y pesares. No hay lugar en este mundo para esconderse cuando uno despierta a la verdad.

Nadie tenemos paz todos los días ni vivimos inundados de luz. A veces envidiamos la paz de otros pero no llegamos a ser constructores de paz. Acepto que siendo madre jamás volveré a vivir plenamente en paz porque me inunda el temor de no poder protegerlas de los ladrones de paz.

No sé si quienes roben la paz de mis pequeñas campanillas tendrán paz pero para mí serán unos malvados a los que habrá que poner límites y dejar claro que solo dejamos entrar luz, que nos gusta el blanco y los días soleados. No tengo capa ni espada pero sé que no dejaré que los malvados ganen.

Mucha paz y ojalá los malvados encuentren el camino hacia ella…

Enamorarse

Enamorarse al oler el arroz de tu madre y saber que hay un tupper esperando en la nevera siempre para ti.

Enamorarse al escuchar a abuelo y nieto hablando de las cosas sencillas de la vida. A uno le gusta ir en autobús y el otro prefiere el tren.

Enamorarse de los dibujos que te hacen unas manitas llenas de inocencia y de amor sabiendo que te eligieron a ti.

Enamorarse de abrazar a alguien que hace mucho tiempo que no ves y saber que puedes llorar en su regazo.

Enamorarse de quien acaricia tu pelo, te besa en la frente y te susurra que mañana saldrá el sol pero si llueve estará ahí con su paraguas esperándote.

Enamorarse de la rutina, conocer los límites, hablar desde un buen lugar y saber callar cuando llegó el tiempo para hacerlo.

Enamorarse de ese banco en el que te puedes sentar a tomar el sol en silencio y recordando lo que te hace feliz.

Enamorarse de quien se confiesa, de quien asume sus faltas, de quien no promete pero actúa, de quien se mantiene firme y de quien camina a tu ritmo pudiendo salir a correr.

Enamorarse de uno mismo, de las oportunidades que se le presentan y de saber que un día todo pasa y que cada uno ha de pagar sus cuentas.

Enamorarse cualquier día porque lo fácil es hacerlo un catorce de febrero. Sin corazones rojos ni flores pero con la dulzura suficiente para reconocer que el otro es el otro y que nuestras expectativas están en nosotros no en el otro.

Enamorarse sabiendo que el amor no duele pero que todo lo puede.

¡Felicidades Pequeña Campanilla II!

En unas horas cumples todos los años de una mano. Te colaste hace un lustro en mi vida aunque siempre supe que un día llegarías y que solo sería a tu tiempo y a tu modo. Parirte sé que fue lo más fácil y que has venido a romper mis moldes. Bendita la hora que me elegiste como tu madre con todos mis fallos porque mi mejor elección fue traerte pese a que han sido años llenos de olas gigantes y algún día te contaré agradecida que junto con tu hermana me salvasteis cuando había olvidado nadar.

Miro esa sonrisa de pillina que tienes y todas las leyes que intentas hacerme cumplir pero sabes que no podré dejarte ganar porque tienes mucho que aprender y aunque no sea yo quien te lo enseñe tendrás que dejar que te muestre como es el mundo al que un día te enfrentarás. Eres dulce como la miel pero con un toque de acidez que te hacen explosiva.

No recuerdo cómo era yo antes de que tú llegaras pero jamás podré olvidar ese primer minuto de tu vida encima de mi pecho perdonándonos por el tiempo que tuvimos que esperarnos. Sé que jamás volveré a albergar una vida dentro de mí porque junto con tu hermana cerré mis puertas y agradezco al cielo la oportunidad de haberlo vivido.

Cada noche te repito que te quiero hasta el infinito aunque creo que no sabes dónde está y que hagas lo que hagas, estés donde estés siempre habrá un hilo rojo que nos mantendrá unidas. Mientras bailas brillas aunque no te des cuenta y en que cada paso descargas toda la energía que te sobra.

Me derrites con tus razonamientos y tus “esto lo tenemos que hablar mami”. Un día abrirás la puerta y te despedirás con un abrazo pero sé que te encanta la aventura y dejaré que vueles. Maldeciré a quien os rompa el corazón a tu hermana y a ti. Me sentiré orgullosa de todos tus logros y te acompañaré en tus tropiezos. Y no habrá ni monstruos ni fantasmas que puedan alejarnos.

Eres fuerte, lista, decidida, persistente y la mejor maestra que tendré. Atisbo quien quieres ser y de donde vienes y aunque hay días que me colmas la paciencia los días de silencio puedo escuchar tu dulce melodía pronunciando las palabras que más me gustan, “te quiero mami”.

¡Feliz cumpleaños mi Pequeña Campanilla II!

¡Feliz Cumpleaños Pequeña Campanilla I!

Este año pasó muy rápido. Creciste mucho y no solo en estatura. Tu cuerpo cambió y tu carita ahora es la de una niña mayor pero tus ojos marrones y grandes siguen brillando y hablando por sí solos. Tu mano ya es casi tan grande como la mía cuando hace nada tú cabecita reposaba dentro de mi mano.

Sigo mirándote y agradeciendo cada día el milagro que fue traerte a un mundo que a veces te parece injusto pero que también te ofrece oportunidades y bendiciones que te están convirtiendo en un ser humano noble y amable con todos.

Me vuelves loca con tus historias que me cuentas con todo detalle pero los días de silencio las echo de menos y me queda la sensación de estar perdiéndome una parte de tu vida que no volverá, por eso te insisto para que la aceptes y la vivas hasta el ocaso de cada día.

Con tus once años a cuestas y con todo lo que has experimentado, aprendido y reído se me escapa tu infancia entre los dedos. Antes le temía a la adolescencia y aunque no puedo detener ese sentimiento, acompañarte en todo ese proceso me está haciendo ver otra cara de ella que me emociona.

Contigo siempre me sentiré en deuda por no haber conseguido pagar la mía y haberte arrastrado pero estoy en paz por no haberme rendido hasta encontrar un nuevo hombro en el que recostarte y unos brazos fuertes para rodearte.

Quizás ser madre me hizo perderme de mí misma por un tiempo. Sé que seguiré renunciando por ti y tu hermana y lloraré mucho porque no aprendí a volar ligera de cargas pero prometo estar ahí siempre y por siempre.

Verte jugar en las canchas me quita años de vida porque mi corazón sufre pero me hincha el alma ver tu generosidad para con todos. No sé si serás madre algún día pero si lo eres vas a ser una de esas que pertenece al club de las buenas madres.

Mi Pequeña Campanilla I no hay límite de palabras para decirte lo orgullosa que estoy de ti por ser cómo eres y cómo gestionas tu vida y si hay alguien que no lo soporta que se vaya al campo a respirar. Cuenta a saldo siempre positivo con mi protección y mi amor incondicional.

¡Felices 11 años Pequeña Campanilla I!

Sería más fácil…

Que sería más fácil callar y otorgar. Que lo sería si fuera una máquina que no siente ni presiente. Que no elegí ser pero me convertí en lo que soy y siento. Sería más fácil no ser como soy porque duelen las palabras y hieren los gestos.

Que sería más fácil ver la vida a través del prisma de todos y no ser distinta a ese todo pero entonces sería esa rosa que crece y nadie ve. Y yo sí quiero que me vean en mis días buenos pero más en los malos.

Que sería más fácil esconder lo que pienso y maquillar mis caras pero entonces mis ojos no serían esos en los que te reflejas cuando me miras de verdad y bonito. Porque yo sí quiero que me miren pero que me quieran aún más.

Que sería más fácil estar detrás pero yo quiero estar al lado porque para eso he apostado el todo por el todo. Que yo no sé jugar mintiendo ni a medias tintas. No tengo las mejores cartas ni ningún as bajo la manga porque perdí casi todo menos lo que más me importaba. Hay que ser más valiente para perder que para ganar y eso supe hacerlo muy bien.

Que sería más fácil tapar el sol con un dedo, dejar que el agua resbalara y caminar sobre las aguas. No sé hacerlo y aún dejo que los ladrones roben mi paz y mi equilibrio. Sería más fácil soportar las excusas y olvidar las mentiras pero es que no tengo una cabeza que olvida ni un corazón que está preparado para perdonarlo todo.

Que sería más fácil no ser cuadriculada para algunas cosas y olvidar los miedos pasados pero entonces no hubiera podido reconstruirme cuando era necesario hacerlo y que gracias a eso me alegra volver a escuchar una nueva llave entrando en la cerradura. Que hay momentos en los que pienso demasiado y me boicoteo pero soy ese hombro en el que recostarse, esos oídos que escuchan y esas palabras que no quieres oír pero que necesitas que alguien te las diga.

Que sería más fácil volver a poner el contador a cero con todo lo aprendido, despejar el camino de piedras y maleza y saber respirar antes de hablar pero entonces no sería quién soy ahora. Con tocs, sesiones de terapia, conjugando el verbo tener paciencia, siendo administradora de tiempos, repartiéndome entre todas mis facetas e intentando ser una mejor versión que me llene a mí misma, en la que yo pueda confiar y sentirme plena.

Que sería más fácil…pero no lo es…

2024

Ayer nos despedimos de un 2023 que se marchó en un parpadeo pero que dejó en nosotros un buen poso. Un año más que nos enseña, uno más que nos da y nos quita, uno que nos hace reír y llorar, uno que nos emociona y nos estruja el alma. Cada uno a su modo, a su tiempo y en su forma, cada uno como ha podido o ha sabido.

Un año de retos como cualquier otro porque la vida es un constante reto a la fe, a la paciencia y a la resiliencia. Es que hay años que uno vive, otros sobrevive y muchos en los que resistimos. No es que queramos hacerlo es que rendirse no es una opción para muchos de nosotros. Hay días que bajamos los brazos y apagamos nuestra sonrisa. Momentos en los que no podemos con nosotros mismos y momentos en los que no podemos con nadie. Pero no se trata de vivir siempre en el pico de la curva de la felicidad si no de ser felices mientras la recorremos aunque encontremos pendientes y abismos.

Hay años de mucho ruido y otros en los que el silencio suena más alto. Los pies se nos cruzan cuando bailamos, los tacones se nos rompen de no usarlos y lo cercano parece más alejado que nunca. El positivismo se va por la rendija de la ventana que dejamos abierta y la calma solo la encontramos al lado de personas que echaron el candado a las palabras vacías.

Hoy empieza 2024 con un día más para vivir este año con la experiencia de lo pasado, para acariciar sus días despacio y para salir a su encuentro sabiendo que todo pasa y nada permanece. Y aunque asusta lo efímero de las cosas también consuela saber que nuestras penas también lo son.

No tengo una gran lista de metas porque sé que no cumplirlas me pasa factura y ataca mi autoestima. He seleccionado unas pocas de todas mis facetas a nivel personal y profesional pero sabiendo que dentro de un año no me juzgaré si no las alcancé o lo hice a medias. No volveré a cometer el error de arremeter contra mí misma y autoexigirme lo que no puedo o no sé hacer. Hay muchas formas de no poder hacerlas y otras tantas de no hayar la forma de llevarlas a cabo.

También me planteé sitios que quiero visitar, conciertos a los que ir, experiencias que vivir y unas pocas cosas que postergué durante años por no encontrar la forma o el momento. Los años pasan y no quiero que me pesen. Adoro a ratos la rutina pero en otros momentos mi mente inquieta y mis pies necesitan cambiar de ritmo. Empecé a entrar en esa edad en la que importa menos lo que dicen los demás y más lo que me digo yo, lo que me cuido y lo que me curo.

La confianza es algo que cuesta mucho de ganarse y poco en perderse. Con los años he sabido entender que nadie podrá hacer mi trabajo ni yo el suyo, que nadie cambia si no quiere y si lo hace es por sí mismo. Sigo necesitando ese ojo externo que ve lo que yo no veo y amor del bueno. Y eso es lo que le pido a este año que a penas se deja ver, que me rodee de ese amor y que no deje que en mi mesa haya ni un hueco más porque duelen las ausencias tanto o más como las presencias ausentes.

Y replicando las palabras que fueron pronunciadas en un gran momento histórico de nuestro país, puedo prometer y prometo que viviré cada uno de los días de este año intentando hacer el bien sin mirar a quién.