Reconciliación…

Llegó ese momento de reconciliarnos con nosotros mismos y aceptarnos con todos nuestros errores, nuestro pasado y nuestros bolsillos vacíos. Ahora que arranca un año nuevo y con la nueva lista de propósitos es momento de elegir solo aquellos que sean fundamentales. Si te quedara un tiempo limitado de vida que pedirías, qué querrías conseguir a nivel personal antes de que el árbitro pitara el final del partido.

Tengo claro que un día la última puerta se cerrará pero mucho antes de eso y para dejar de repetir los mismos patrones que solo me llevan a cometer los mismos errores necesitamos reconciliarnos con nosotros mismos, perdonarnos y amarnos por nuestra humanidad. Es más valiente escribir unas letras llenas de ira que dejar que la vida nos lleve. Cada uno cura sus heridas como puede pero curarlas nos permite cerrarlas y continuar con nuestro camino. Y el “otro”… es el otro… con su camino, sus agujeros y sus heridas…

Me reconcilio con la mujer que soy ahora y que hace terapia por y para ella. Nunca se trató de nadie más pero sí de no verter en el otro el agua que rebosa de mi propio vaso. Me reconcilio con esa mujer que sí sabe recibir las bendiciones y ser bendición en la vida de otros.

Me reconcilio con la madre que soy ahora. Mis circunstancias cambiaron y no alcanzo una maternidad perfecta. Pero me hago consciente del tiempo que comparto con mis pequeñas campanillas y sigo trabajando en una paciencia que ellas merecen. Y me llena de paz saber que no necesitan a la madre perfecta sino a la que eligieron con todas sus taras. Porque esas taras sanará su futuro.

Me reconcilio con la persona que no quiere cargar con los miedos de otros y sí dejar en manos de la vida lo que el futuro quiera traerme. Quizás esta vez sea la correcta o tal vez vuelva a tropezar pero me libero del peso del error y me lleno de toda la Fe que mis ancestros dejaron como herencia.

Me reconcilio con mi cuerpo. El paso de los años se refleja en mi rostro y la salud me flojea. Lo desnudo delante del espejo y lo miro como el templo que albergó tres corazones que latieron dentro de él. Apuesto más que nunca por ganar en fortaleza, llenarlo de energía y embellecerlo.

Me reconcilio con mi tiempo. Un tiempo para mí y para compartir. Me reconcilio con la idea de que no llego a todo ni a todos. No tengo para donar en este momento más. Si resistimos el azote del viento resistiremos por siempre. Sé que así será porque jamás una tempestad pudo derrotarnos.

Me reconcilio contigo por si crees que no eres querido ni importante porque el tiempo abrió una pequeña brecha. Nadie pasa por nada y nada pasa por nadie. Por mí siempre pasarás, siempre serás todo aunque nuestros ritmos hayan cambiado.

Me reconcilio con mi futuro apretando mis manos y pidiendo al cielo que siempre me inspire a tomar el camino correcto.

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