Fin

Mañana llega el fin de un nuevo curso y no lo digo ni con pena ni morriña si no más bien con un gran alivio. Mi cuerpo no puede más, mi cabeza tampoco y no hablo de mi paciencia lo que ya no alcanza. Tengo las pulsaciones alteradas y las ideas agotadas.

Y no es que estemos a final de curso solo es que estamos al final de un curso que me ha puesto a prueba en muchos sentidos. Adaptarme a una nueva ley educativa que no acabo de entender en algunos de sus aspectos merma mi forma de enseñar y de trabajar.

Pasé épocas peores a nivel personal en mi vida pero este curso escolar ha sido profesionalmente en el que más impotente me he sentido. Ante mí una sociedad que no entiendo, un trabajo que se ha convertido en todo menos en enseñar y una lidia constante con personas afectadas mentalmente que me han hecho apostar más que nunca por la terapia.

Este ha sido el curso de cuidar lo que se dice, lo que no se dice, el qué se dice, el cómo y el cuándo. De medir lo que transmites y lo que no. De analizar lo que haces y de justificarlo constantemente. Y de apostar por lo que creo firmemente porque para eso soy la capitana de mi barco. Pero sí hubo días en que hubiera echado el ancla y me habría bajado de él.

También aprendí mucho de todo, todos y de mí misma. Algunos esperan que sea la motivadora de sus retoños, otros la enfermera y psicóloga, otros la guardaespaldas pero agradezco enormemente a los que han confiado y han visto en mí lo que soy, una maestra de primaria que hace su trabajo siempre desde la mejor voluntad.

He sido colmada de cariño y de respeto por los protagonistas de mi aula y a ellos es a quienes hay que dirigir los esfuerzos. Creo que andamos todos un poco descentrados con qué es lo importante y a todos nos da por opinar y juzgar de más cuando somos los maestros los que más tiempo pasamos con los niños.

Mañana respiraré fuerte mientras abrazo a cada uno de mis veinticuatro alumnos. Les desearé unas buenas vacaciones y empezaré a desmontar mi aula y a pensar en un nuevo proyecto. En algún momento he perdido la ilusión, la motivación y el deseo de continuar pero me niego a hacerlo por otros motivos que no sean los puramente educativos.

No prometo ser esa profesora de hace diez años pero voy a esforzarme en estas merecidas vacaciones por usar mi goma de borrar porque tal y como les enseñé a mis alumnos este curso todos podemos siempre borrar y volver a empezar. Y eso, como muchas otras cosas no están en el temario ni en las programaciones pero enseñar es el camino más incierto que jamás recorreré.

¡Fin curso 2022-2023!

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