Yo alcanzo…

Alcanzan a saber cuántas personas pasarán por su vida. Cuantas de ellas cogerán su mano o besarán su alma. Cuantas no solo darán pasos si no que querrán bailar de verdad y para siempre.

Alcanzan a entender que vivir en el ayer no los ayuda en el hoy ni en el mañana. Que lo que pasó ya pasó y que las puertas que se cierran mejor dejarlas así. Que hay maletas que nunca se vacían del todo por si hay que salir corriendo.

Alcanzan a vivir tapando el sol con un dedo, viendo las horas del reloj pasar y dándose cuenta de que lo que antes rechazaban ahora lo añoran y era justo lo que les daba el aire que necesitan para respirar.

Alcanzan a mirarse cada día en el espejo como si nada y a convencerse de que sí cuando es no. Dejan que el orgullo les coma por dentro y las tartas por fuera.

Alcanzan a ver cómo la felicidad se escapa en otros paseos, con cualquier dirección, sin sentido y llenos de eterna soledad. Demasiado compromiso para cuidar de un can pero demasiados metros de casa desperdiciados.

Alcanzan a vivir camuflando su tristeza bajo una mascarilla y unas gafas de sol buscando unos ojos que los rechazan y una sonrisa que se reserva para quien da vida. Creando una torre de naipes y velando porque un simple soplido no la derribe.

Alcanzan a amanecer y a anochecer entre la nada huyendo de sí mismos. Perdidos de todo y brindando por un futuro que arruinaron por dejar de construir su presente con quien estudió ingeniería de caminos ignorando que nadie la seguía en su aventura.

De esta lista de cosas inalcanzables para mí, taché muchas que si alcancé, otras que jamás me plantee, que nunca se me ocurrieron ni me sucederán porque mi corazón es mi guía y si él que todo lo sabe y me dejó ser la arquitecta de mi destino me recordó quién soy, cómo funciona ésto de vivir y jamás se dio por vencido, yo tampoco lo haré. No lo haré porque me costó mucho dejar morir a mi Silvia viejuna que odiaba los cambios, que vivía atacada por las prisas y el estrés, que quería pero no se atrevía, que derrochaba su energía en todo y en todos menos en sí misma, que no sabía poner límites, que aparentaba quererse mucho pero no se respetaba y que se proyectaba al futuro mirando siempre al pasado. Caminaré erguida como el junco por mí y por mis niñas para sanar su camino y para que cada día sean plenamente conscientes de quienes son con sus fortalezas y sus debilidades pero merecedoras de todo el amor que la vida les regale.

¿Qué alcanzan ustedes?

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