
Quienes me leéis desde hace años sabéis que no tengo como objetivo usar mi blog para reivindicaciones ni protestas pero hay ciertos temas que no puedo dejar pasar por alto y tocan cada fibra de mi alma. Si además está relacionado con infancia simplemente no soporto la idea de dejarlo pasar.
En la prensa de nuestro país hace semanas se habla del caso de dos niñas desaparecidas mientras estaban con su padre que jamás fueron devueltas a su madre. Finalmente, el caso se resolvió a medias y un poquito de cada uno de nosotros quedó en ese mar.
El debate arde en las redes definiendo si es violencia machista o no. No entro en ese debate pero sí en la necesidad imperiosa de tratar la salud mental como una parte importante de nuestra salud integral. A penas hay servicios de psiquiatría y terapia disponibles a nivel público. Es un servicio a nivel privado que no todo el mundo puede permitirse y debería ser obligatorio pasar por revisión cada cierto tiempo. Desde que nacemos tenemos pautadas vacunas y exámenes médicos en nuestra cartilla de salud, pero ¿qué hay de nuestra salud mental? De esa nada se habla, sigue siendo un gran tabú decir que vas al psicólogo. Si desde niño enseñáramos a nuestros hijos a combatir sus demonios, a resolver sus conflictos y gestionar sus emociones no tendríamos tantos adultos intentando recuperarse de su infancia.
Y los padres somos los primeros que muchas veces rechazamos la idea y miramos al maestro o a quien nos lo sugiere como un verdadero loco. Y se nos van quedando las piedras dentro y nos van llenando la mochila. Y nos caemos, nos herimos y crecemos y todo lo que no solucionamos de niños ha creado un agujero negro del que no podemos salir sin ayuda. Y a veces tenemos esa ayuda pero tapamos el sol con un dedo y vamos caminando a trompicones.
Y con esto no justifico ninguna atrocidad ni a nadie atroz pero sí afirmo la necesidad de trabajarnos desde pequeños emocionalmente. Quizás no podamos evitarlo todo porque la mente humana es imprevisible pero sí hay sucesos que podemos prever. En las aulas desde niños hay ciertos comportamientos, ciertos formas de afrontar la realidad que nos dan algunas pistas pero aún vivimos en una sociedad demasiado inmadura y asustada para admitir la necesidad de tratar la salud mental.
Los brazos lastimados se vendan, las heridas se curan, los tumores se extraen pero no hay nada físico que podamos hacer para recomponer un corazón roto o una cabeza nublada. Es ahí donde la psicología, la terapia y la valentía nos pueden ayudar.
Sé que muchos de vosotros no estaréis de acuerdo y os regís por las vísceras y sí yo también puedo hacerlo pero necesitamos hallar soluciones y poner un poquito de orden entre tanto caos. Nuestra sociedad necesita mirarse más hacia dentro y dejar lo externo. Las piezas del puzzle no pueden encajar por separado y cada uno de nosotros somos el resultado de un cuerpo, una mente y una alma. El pegamento se va acabando y cuando crecemos nuestras piezas empiezan a bailar sin encajar. Es nuestra responsabilidad cuidar de nuestra salud. Seamos responsables.