Tejiendo redes

Y en los días en los que se cierne la desilusión, la desesperanza y el cielo se nubla es cuando hay que dejarse caer en esa red de familiares, amigos, pareja, hijos… para sentirse seguro. Pero somos nosotros quienes tenemos que tejer esa red y hacerla fuerte y duradera.

Hay personas que forman parte de nuestra red por un tiempo, durante unos años y nos ofrecen lo mejor de ellos. Las circunstancias cambian, el viento gira y la distancia se hace mayor pero han dejado unos cuantos hilos bien cosidos a nuestra red. Hay personas que permanecen a nuestro lado durante mucho tiempo pero jamás salen a nuestro encuentro. Sabes que no las llamarías con el alma rota o el corazón desbordante de alegría. Y está bien así, todos no somos la red de todos pero cada uno de nosotros tiene un rol dentro de la vida de todos.

Con el paso de los años cada uno tiene que aprender a tejer su red para hacerla cada vez más segura e irrompible. Lo que te servía cuando tenías veinte años ahora no te vale, no funciona y no te encaja. Siempre se puede cambiar, romper y volver a empezar desde cero.

Pero las redes se tejen con tiempo, paciencia, delicadeza, cariño y mucha empatía. Si, esa palabra de la que todo el mundo habla, que resuena, que parece que está de moda y en boca de todos pero que no sabemos practicar. Si a eso le unimos los problemas de comunicación que arrastramos los seres humanos, ya el cóctel es explosivo. Siempre me ha parecido una ironía que se nos haya concedido el don del habla y la palabra y sepamos usarlas tan fuera de lugar en algunos momentos.

Entrar a formar parte de la red de alguien supone un compromiso de lealtad con ese alguien y con nosotros mismos. Habrá veces que no estaremos de acuerdo, que tendremos opiniones distintas, que no podremos bailar juntos y no hablaremos el mismo idioma pero si nuestra red es fuerte nada podrá quebrarla.

Necesitamos esa red y necesitamos formar parte de la red de alguien. Hasta para hacer limonada cuando la vida te trae carros de limones es necesario tener esa red porque no hay nada mejor que poder compartir las penas pero aún más los logros. Nadie de nuestra red puede hacer nuestro camino ni subir nuestras cuestas y mucho menos cargar nuestras piedras pero sí puede ayudarnos con nuestra mochila los días en los que se hace imposible portar más peso sobre nuestros hombros.

Mi red como la de todos ha ido cambiando en los últimos años pero me siento feliz y segura con cada una de las personas que forman parte de ella en este momento de mi vida. Ante algunos lloro, ante otros enseño mi mejor versión porque sé que necesitan creer en todo eso que les digo, a todos les muestro mi sonrisa aunque sea crujida, les escucho, aprendo de ellos y sé que me dan el todo por el todo. Me miran como yo no soy capaz de mirarme, ven cosas en mi que no sabía que podía alcanzar y ojalá siempre formen parte de mi red segura porque sé que si la vida los puso aquí y ahora porque los necesito.

Si aún no tenéis vuestra red segura o estáis en proceso de cambio, tomaros vuestro tiempo, no tengáis prisa porque el cariño no entiende de minutos y los latidos de prisas.

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