Co-creadores

Los seres humanos tenemos la capacidad de crear cualquier cosa de la nada. Con nuestras manos y nuestro intelecto hemos desarrollado una compleja estructura de redes, universos y espacios virtuales que se escapan a la realidad.

Aquello que imaginamos ya podemos imprimirlo en 3D y las posibilidades en el futuro son tan inmensas que cuesta imaginar que algún día no caminábamos erguidos. La evolución ha sido una gran revolución en nuestras vidas y nuestros pasos han sido de gigante.

Todo lo visible, lo palpable, lo físico es válido para la mente humana. Lo objetivo, lo de carne y hueso, lo conocido no presenta resistencia para el ojo humano y sabemos que somos creadores del mundo en el que vivimos.

Pero qué pasa cuando las cosas no son visibles, ni palpables y la vida se nos vuelca ante nuestros ojos. Pasa que no somos capaces de asumir que somos en parte creadores de todo lo que nos pasa. Nuestros gestos, palabras, acciones desencadenan los hechos que nos acontecen pero buscamos al responsable fuera de nosotros mismos.

Somos bombillas andantes que irradiamos todo aquello que queramos. Y sí, hay días que vamos apagados por la vida pero hasta en esos días nos tiene que quedar una mínima chispa de amor y comprensión por nosotros mismos y por los demás. Tenemos la capacidad de proyectar nuestros sueños y deseos y no en una pantalla blanca si no en nuestro presente. Pero tal vez nos da tanto miedo tirarnos al vacío que lo hacemos en paracaídas.

Y nos levantamos muchos días con positividad pero dejamos que a la mínima nos cambie el humor. Y buscamos tener el día regulero y vemos un “complot” donde no lo hay porque soy yo y solo yo quien dejó que mi actitud se dejara vencer por las circunstancias.

Somos faros con la capacidad de guiar a otros y no nos damos cuenta porque en vez de simplemente dar luz intentamos dirigirla hacia el lugar que queremos. Y la vida no funciona así porque podemos crear nuestra suerte pero hay una pequeña parte que no depende de nosotros mismos y aún así no podemos dejar de intentarlo nunca.

Y todos necesitamos una estrella a la que cogerse fuerte, confesarle nuestros secretos, derramarle nuestras lágrimas, contarle nuestros amores, escuchar sus consejos y acoger su consuelo. En los días más oscuros esa estrella siempre te saca una sonrisa y qué mejor misión que ser la estrella de alguien.

La vida es más sencilla de todo eso que hacemos nosotros. Ella es clara cuando es no es no pero somos nosotros los que nos empeñamos en que sea sí. Nos va dando pistas y señales pero caminamos sin gafas y somos miopes. Y dejamos en nuestras vidas a gente que nos quitan el aire e insistimos en un pasado que ya se fue perdiendo la oportunidad de un futuro mejor.

Siempre es momento de volver a comenzar y crear nuevas oportunidades, nuevas amistades, nuevos trabajos, amigos, conocer nuevos lugares y crear nuevos recuerdos. Y todo lo nuevo trae felicidad pero en frascos pequeños que es la más difícil de alcanzar.

Y con unas zapatillas de mi número y una mochila vacía empecé a crear un poco de nuevo, así con el alma apretadita y los ojos medio cerrados y segura de nada, solo de dejar que la vida me sorprenda y abandonarme a su suerte. Y en esa mochila meteré mi bombilla, mi faro y mi estrella para crear esa felicidad de frasco pequeño.

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