Suicidio y muerte de la mano

Mi abuela siempre decía que la vida me proveería con aquello que necesitara. Por aquel entonces no la entendía y hay días que ahora me cuesta aceptar ciertas situaciones que la vida me trae. Siempre he creído en la sabiduría de las personas más mayores. Ellas ya pasaron y vivieron por todo eso que hoy nos cierra la garganta.

La paciencia a veces nos falla cuando intentamos adelantarnos al futuro. No sabemos dejar que las cosas nos pasen y alcancen. Hacemos cábalas, sopas de letras y crucigramas de hechos imaginados. La ansiedad aparece por derrotas que no llegaron, puertas que se cerraron y oportunidades perdidas.

El que más y el que menos vive esa situación alguna vez y cuando todas las piezas del puzzle están encajadas alguien o algo nos mueve una y tenemos que volver a empezar. Creemos que somos el patrón de nuestro barco, y lo somos pero no de todo el océano que nos rodea ni tan siquiera de unas pocas gotas de un mar pequeño.

Los comienzos no son lineales y los finales a veces son torcidos. Quizás como mi abuela decía ese es el final que necesitamos pero nadie queremos un final triste. Pero intentar casar la palabra final siempre con la palabra feliz nos crea unas expectativas tan altas que luego es insoportable aceptar que no será así.

A veces nos dejamos llevar por nuestros niñitos interiores, los cambios nos parecen montañitas, las despedidas no nos casan con felices y aún no aprendimos a vivir sin expectativas. Eso no quiere decir que renunciemos a nuestros sueños pero sí que aprendamos a vivir con la paz de no depositarlos en nadie más que no seamos nosotros mismos.

Hoy es un día internacional importante de esos de los que se habla muy poco y se silencia. Y es que aún no somos capaces de hablar y normalizar la palabra suicidio. Pero sí existe y sucede todos los días y muchas veces en el mismo minuto en distintas partes del planeta. Sufre el que se va y más el que se queda que no supo cómo ayudarle o tal vez fue tan invisible su estado que nadie se dio cuenta. El grito del suicida es tan sordo que nadie lo escucha. El dolor de quien no pudo evitarlo es tan punzante que jamás se olvida.

La pandemia trajo a la luz la necesidad de cuidar la salud mental y reclama a los gobiernos que invierta dinero público en cuidar de esa parte del ser humano para que se reduzcan las enfermedades físicas que son provocadas por todas esas emociones y problemas mentales no tratados. Pero la pandemia trajo soledad, desesperación, sacó a la luz miedos, inseguridades y abrió muchas cajas de Pandora. Y muchos tomaron el único camino que pensaban que tenían. No escucharon a nadie. No supieron pedir ayuda. Y hoy celebramos su muerte en lugar de su vida.

Así que por favor, respetemos este día y no veamos a los suicidas como cobardes porque ninguno de nosotros sabe todas las guerras internas que ha librado y las veces que al borde del precipicio dio un paso atrás y se dio una oportunidad más.

#stopsuicidios #diainternacional

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