
Todo debería ser más sencillo. Los laberintos jamás tuvieron que ser inventados ni las norias puestas en marcha. Los caminos escarpados bastaría con que fueran más planos y las cimas más bajitas. Solo tendrían que unirse los corazones que laten al unísono y las músicas deberían ser únicas e irrepetibles.
Las palabras no deberían juntarse para formar conversaciones hostiles y las heridas tendrían que curarse mucho antes. Las despedidas deberían ser cortas. Los amaneceres tendrían que llegar antes, el tiempo correr más rápido y las noches ser menos oscuras. Las lágrimas tendrían que brotar a su hora y los dolores sanados rápidamente.
Todo eso podría ser así pero no serviría de nada. Mejor que entendamos que todos y cada uno de nosotros siempre vamos a tener a alguien que será un dolor y que jamás podremos superarlo pero sí aprender a vivir con él. Los recuerdos nos perseguirán y el pasado siempre nos acechará. Siempre recordaremos esas palabras que no pudimos o no debimos decir y esa historia que dejamos a mitad. Nos arrepentiremos de lo que dejamos de sentir, vivir y amar.
Muchas veces invertiremos esfuerzo y energía en un lugar que no nos necesita ni necesitamos. Dejaremos de bailar porque nadie nos ha invitado y levantaremos muros con ladrillos hechos de miedo. Taparemos nuestros ojos con unas lentes que nos hará ver una realidad que no existe. Guardaremos botellas de vino para ocasiones que no llegarán y brindaremos por unos sueños que no somos capaces de perseguir.
Y no pasa nada. Porque los trenes pasan una y otra vez por todas las estaciones y si hoy no lo coges podrás hacerlo mañana. Y entenderás que los instantes de felicidad se celebran y que no se guardan nunca más las botellas de vino. Que los cafés se toman al momento y que no hay nada que pueda matarte sin tu permiso.
Y volverás a vivir y a respirar. Caminarás erguida con tu mochila ligera y nadie recordará quién fuiste pero sí verán quien eres ahora. Sonreirás porque no creerás la suerte que tienes y serás pura luz. Y un día te despertarás y sentirás que estás donde tienes que estar y con quien tienes que estar. Amarás tu soledad y a tu compañía pero tu libertad nunca volverá a tener un precio.
Confiarás en lo que vendrá y verás en el espejo el reflejo de alguien que no se rindió tal vez porque no era una opción. Y serás mejor para ti misma porque nadie se querrá más que tú y tu felicidad no dependerá de nada ni nadie.
Y así tendrá que ser y así es.
Acabo de descubrirte y me encantan tus escritos, todos y cada uno de ellos tienen un mensaje de vida único.
Un abrazo
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¡Muchas gracias por tus palabras!
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