
Que tiempos son estos que corren que el compromiso da tanto miedo. Suena a pasado y a tradición pero debería estar presente en la vida de todas las personas de bien. Que pánico es ese que le hace buscar a la gente lo superficial y quedarse solo con la capa de arriba.
Nos comprometemos de palabra y luego no la respetamos ni le damos el valor que tiene aniquilando todo su prestigio. Como mirarse al espejo después de haber faltado a nuestros propios compromisos con nosotros mismos.
La cobardía nos puede y no enfrentamos nuestros compromisos. Pero queridos elegimos una profesión sabiendo todo lo que ella supone y sobre todo aquellos que trabajamos con personitas debemos tener un compromiso moral con todas y cada una de ellas. Enseñarles está bien pero cuidarles es más que curar sus rasguños.
Y cuantos de nosotros hemos llorado al sentir nuestros compromisos rotos y olvidados. Y cuantos de nosotros creemos en firmar nuevos compromisos y sellarlos con remitente, destino pero sin final. Y cuantos de nosotros no escapamos porque aprendimos que al final el destino te encuentra por muy agazapado que estes detrás del mayor muro de piedra.
Vivir y convivir con otras personas crea compromisos entre todos. La lealtad ese valor tan ultrajado y mal interpretado tendría que estar entre las cualidades de todo ser viviente. Ser leal es ser fiel y no a un cuerpo solo si no a unos principios y a unos sueños compartidos. Quien rompe ese compromiso destruye sus propios sueños.
La próxima vez que vayan a aceptar un compromiso carguen con la responsabilidad que eso supone. No pueden estar prometiendo cosas que jamás harán ni jugando con los sentimientos de nadie porque juegan con los suyos propios. Un día no tan lejano serán conscientes de que les falta compromiso y quizás la vida por entonces vaya a cobrarles su deuda.
Comprometerse debe ser un acto consciente y maduro porque enfrente tal vez tenemos a la única persona que cogerá nuestras manos y nos mirará a los ojos para decirnos: sí quiero. Quiero todo lo que puedes ofrecerme, quiero un noviembre frío y un mayo lluvioso, quiero postres a medias y risas. Quiero tus días malos, viajes a cualquier sitio y una chimenea para asar castañas. Comprometerse es la pieza del puzzle que cada uno construye con su camino.
Nadie nos enseña a comprometernos pero unos pocos pasan por nuestra vida para enseñarnos lo que no es el compromiso. Luego vienen otros y sellan su compromiso cada día recordándonos que el cielo nunca nos dio por perdidos.