
Camino deprisa pero más lo hacen mis pensamientos y al ritmo lento de lo que imagino y nunca ocurre los ahogo en mis letras.
Hablo mucho tapando el ruido que sale de mi boca para no ennegrecer los momentos llenos de luz que la vida me ofrece.
Duermo poco y consumo mis horas soñando con un futuro que hace de mi presente mi mejor proyecto y al que me empujó mi pasado.
Río todo lo que puedo y lo que no puedo ante una realidad que pocos conocen y soy la mejor maquilladora de mis propias heridas.
Lloro más por dentro que por fuera conteniendo lo que me ahoga y necesito una vida entera de terapia más que cubrir mis arrugas.
Escucho a todos pero trazo mis renglones torcidos y me equivoco como nadie pero me asusta dar por sentado el para siempre.
Escojo aunque no me elijan, bailo aunque no me acompañen y canto aunque llueva. No me gusta el frío pero no soporto el calor.
Miro de reojo, beso con los ojos cerrados y me descontrola que no haya capitán y que el barco vaya a la deriva.
Confío despacio porque después ya no hay vuelta atrás y no sé entregar la mitad. No me gustan los extremos ni el todo o nada.
Quizás ésta sea yo o quizás la proyección de quien fui o de quien aspiro a ser. Quizás una adivinanza o un acertijo por resolver. Quizás aún estoy por descubrirme y sé que no tengo las respuestas a las preguntas que me hago a mí misma. Quizás el próximo año me acerque un poco más a ser y no estar. O quizás el destino cambie mis cartas…