
A penas cinco días nos separan del inicio de un nuevo año y toca decir adiós a este año par para recibir con los brazos abiertos al próximo que es impar y suma siete. Número considerado especial por el propio Pitágoras que recoge desde las siete maravillas hasta los siete pecados capitales.
Como cada año escribo en un papel los dolores y las heridas que quiero dejar atrás para quemarlas con el fuego de una vela que dará luz a todos los sueños que dejaré por escrito para que sea la vida quien decida si es el momento de perseguirlos y lucharlos.
Una maravillosa lección que aprendí años anteriores fue que hay sueños y deseos que a veces es mejor aplazar por un tiempo y estar atento a las señales para saber cuando es el momento de soñarlos.
Este 2022 que aún nos acompaña ha sido el año de las primeras veces. No pensé en los inicios del año que tendría que salir de mi zona de confort y arriesgar el todo por el todo. Eso supone poner al descubierto no solo el cuerpo si no el órgano que se rompe con más fragilidad que es el corazón.
Aposté por ti y me dejaste ganar. Gané tiempo para cuidarme por dentro y fuera, gané la recompensa de dos vidas que son el mayor tesoro que jamás pude desear y que crecen fuertes y valientes, gané a los amigos de siempre que habían recogido mis lágrimas de años anteriores y han compartido mi dicha de este año y te gané a ti. No creo valer el precio de tu mayor sueño pero mi vela dio luz a mi sueño soñado contigo.
Te pusiste duro en algunas otras parcelas de mi vida, sacaste a la luz heridas que creía cerradas y el error fue creer que es otro quien las abrió cuando viajan conmigo desde que fui esa pequeña célula en el vientre materno. He vivido deprisa, hay días que me ha faltado el aire, he sucumbido al estrés, he llorado entre bambalinas y momentos en los que no me he soportado por dejar que la mente lo ennegreciera todo. Pero este año he aprendido a vivir no a sobrevivir. Y este ha sido mi gran triunfo. Vivir, sonreír y dejar que el mundo se cayera.
2023, te he apodado el “biendeseado” y no porque espere que me traigas grandes días si no porque me he propuesto buscar cada día de tus días un gran motivo por pequeño que sea. Mi lista de cosas pendientes es larga y quedan pocos huecos pero sabes que seguiré adelante aunque haya días que me flaquee el ánimo o se me apodere el cansancio.
Seguiré pidiendo que la salud no me falle, que la terapia me equilibre y me enseñe lo que necesito, que mis esquemas se rompan, que mis líneas se tuerzan y que las distancias se acorten. Año de volar por encima de las nubes, año de asentarse en tierra firme, año de pocos círculos y de dejar que la vida se ordene. Año de pequeñas campanillas, año de Pilar, año de familia, año de amigos de siempre y de nuevos amigos, año de equipo comedor, año de planes de domingo y picnics de sábados, año de tú y yo.
¡Hasta siempre 2022! Gracias por lo que me hiciste vivir. ¡Biendeseado 2023! No guardé mi escudo y no tengo espada para defenderme porque los años me enseñaron que quien por la espada mata por la espada muere. Quizás no se escuchen dulces melodías todo el año pero este mundo necesita dejar de oír tambores de guerra.
Cinco días para decir adiós, siete la cifra que suma el nuevo año y trescientos sesenta y cinco días para caminar con todo. ¡Allá vamos!