En pleno verano

En pleno verano en este lado del planeta he silenciado mis letras por unas semanas. He estado ocupada recopilando nuevas ideas, nuevos temas y respirando nuevos aires. Me he estado mirando a mí, cuidando de mi cuerpo y de mi salud física pero también mental. Sin equilibrio no puedo caminar hacia delante solo quedarme quieta mientras la vida corre. No me apremia el tiempo pero sí las ganas y los proyectos nuevos que están por venir.

En pleno verano es cuando he recuperado el aire que le faltaban a mis pulmones. Para mí guardo todos los dolores que el verano siempre trae. Hay despedidas siempre las hay y aún duelen. Solo se puede aprender a vivir con ellas y saber que todo pasa. Hay personas que valen más por lo que callan que por lo que hablan. Quizás con los años yo sea una de esas y aprenda a no pronunciar palabras de más que no dañen por dentro ni por fuera.

En pleno verano y con las redes sociales inundadas de vacaciones ideales, playas de aguas cristalinas, piscinas infinitas, comidas exóticas y bronceados uniformes quizás te sientas frustrado por no poder salir de tu ciudad o sientas cierta envidia por ver la diversión de otros y también culpable por ser verano y no estar feliz. Pero qué sabe nadie de nadie. Tuve veranos de infancia maravillosos, de adolescencia solitaria y de adulta en los que me sentía totalmente arrasada metida en un hospital o con el corazón hecho añicos.

En pleno verano puede ser que sea invierno en muchas vidas y en plena estación hibernal tal vez florezcan las más bellas flores y el sol caliente como nunca. Cada uno pasamos por todas las estaciones a lo largo de nuestro año y no tiene por qué coincidir con el tiempo real o climatológico. Hay personas felices de trabajar en verano y descansar en otoño. Las hay como yo que no gustan del verano. Lo importante es ser y estar aceptando el momento en el que está cada uno y que el mundo hable.

En pleno verano todo lo que se ve en las ventanas de las redes sociales son instantes de una vida quizás más vacía que la tuya que lamenta no poder estar de vacaciones en una playa paradisiaca. Mira a tu alrededor y busca motivos para pasar este verano haciendo que los días cuenten. Y deja que pasen, solo eso que pasen porque todo lo demás no está en tu mano.

En pleno verano he podido abrazar a mis pequeñas campanillas muy fuerte, ver cómo han crecido, escuchar sus conversaciones que me atrapan, dejar que pregunten todo lo que su curiosidad necesita saber y subir a la cima de un volcán y enseñarles a gritar “Jerónimo” muy fuerte y muchas veces para soltar todo lo que oprime sin salpicar a nadie. Les he hecho partícipe de que son lo mejor que siempre tendré en mi vida y que mi hombro siempre será el suyo para dejar caer las lágrimas, esconder su vergüenza o ser el refugio de quienes buscan descanso y sentirse en casa.

En pleno verano un día por otro voy colocando cada cosa en su lugar y encendiendo los motores para afrontar un nuevo curso. Poquito a poquito y con el firme propósito de aprender a vivir no a sobrevivir profesionalmente porque cuando uno sobrevive se pierde la esencia de todo y el rumbo.

En pleno verano vuelvo a las letras que son las que siempre me salvaron de mí misma. Y cada uno ha de buscar su propia tabla de salvación. En pleno verano espero que mis letras no se derritan en la nada y lleguen a alguna parte.

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