La felicidad no se aplaza

No sé si todos habéis tenido la oportunidad de ver a un niño cuando empieza a dar sus primeros pasos, pero es uno de los momentos más emocionantes de la infancia. Además de darte cuenta que tu bebé empieza a necesitarte un poco menos, es un espectáculo ver como intenta mantener el equilibrio. Puede caerse mil veces pero se levantará otras mil porque sus ganas de explorar el mundo superan sus miedos.

Y así como ese bebé consigue ir perfeccionando su pisada y en poco tiempo sale corriendo así tendríamos que hacer los adultos con nuestras caídas, nuestros miedos y nuestra felicidad. Nos pasamos la vida buscando excusas, pagando a plazos, fraccionando las cuentas y buscando la vida perfecta. Pero es que la vida no es perfecta y todo cuesta mucho, claro que sí y hay cosas imposibles pero hay otras que no lo son. Y hay que intentarlo e ir mil veces y al final una de esas veces resulta que lo conseguimos.

Ese pequeño bebé no se detiene ante sus miedos y no les da espacio pero nosotros sí. Dejamos de probar cosas, de vivir cosas, de ir a sitios y no queremos arriesgar porque hubo una vez o diez que nos hicieron añicos los sueños, las ilusiones y nos apretaron el corazón. Y organizamos nuestra vida dentro de nuestra zona de confort, bien controlada, con nuestro salvavidas puesto y el paracaídas listo. Y gritamos que queremos ser felices y nos victimizamos pero no nos damos cuenta que vivimos dentro de una jaula de cristal que en cualquier momento puede romperse.

Lo mejor que puede pasarnos es que un día nos caiga un poquito de agua en los ojos y nos despierte de esa ilusión óptica y empecemos a darnos cuenta que la felicidad no puede aplazarse que hoy es hoy y lo que pase mañana solo la vida sabe. La felicidad se consigue a cachos, a momentos, en lugares, con algunas personas y para conseguirla hay que arriesgar. Pero vivir es apostar cada día y nadie sabe cuándo será el último día que pueda disfrutar de un amanecer.

Y con esto no quiero decir que tengamos que vivir como si fuéramos a morir mañana como dice la canción de Leiva pero queramos lo que queramos, busquemos lo que busquemos tenemos que intentarlo con todas nuestras fuerzas y aún así nadie nos da garantía de nada. Pero si puedes cerrar los ojos y pensar por un instante en eso que quieres y sentir como tu piel se eriza al ver que lo logras, o como tu corazón se acelera o la sonrisa que se dibuja en tu rostro. Creo que vale la pena intentarlo cada día y no aplazar la felicidad por pequeña que sea porque es la nuestra y de nadie más.

Y no suelo dedicar mis entradas pero hoy sí voy a hacerlo para una persona que llegó así despacito a mi vida y se coló en ella. Para ti, EBG porque sé que no aplazarás tu felicidad y para que nunca olvides que pase lo que pase vales cada minuto de la vida de muchos.

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