Mayo, ¡emocióname!

El mes de mayo viene cargado de tantas cosas que me desbordan las emociones y el mayor de mis retos es aprender a reconocerlas y gestionarlas. Echo la vista atrás y sé que aunque siga cometiendo errores aprendí a calcular mejor los márgenes.

Mañana celebramos el día de la madre y por la casa mis Pequeñas Campanillas han ido escondiendo sus regalos hechos con tanto amor que me derriten. Ellas me hicieron el mejor de los regalos al hacerme mamá y dejar que cumpliera el mayor de mis sueños. Sé que es un trabajo para toda la vida y sé que no lo hago bien del todo pero lo intento cada día con todas mis fuerzas.

Sé que no soy la misma mujer, ni madre, ni hija, ni amiga, ni compañera que hace tres primaveras atrás. He cambiado por fuera pero más por dentro. Ya no corro detrás de la vida porque la alcancé. No busco culpables ni cargo penas. Sé que hay amores que siempre dolerán y reuniones para las que tendré que prepararme. Me entendí, me acepto y dejo que el amanecer me busque cada mañana.

En este mes me volveré a subir a unos tacones y pintaré mis labios pero no dibujaré una sonrisa forzada porque ella, la mayor de mis Pequeñas Campanillas con su vestido blanco me llena de luz y me abraza cada noche como si fuera la última. Quizás aún no entendí lo que ella asume como cierto. Quizás ella perdió más de lo que lo haré yo nunca.

Sé que a esa mesa le faltarán sillas y le sobrarán copas pero sé que no estaré sola. Me miro en el espejo y me hago la firme promesa de no dejar brotar ni una lágrima que no sea de emoción. Ajusto mi vestido, suspiro y le pido al cielo la fuerza necesaria para caminar derecha.

Pero este mes de mayo trae consigo más que vestidos blancos, trae música y pasos de baile. Se me amontonan los bailarines y se me enredan los pies pero sé que puedo confiar en otros directores y batutas. También limpio mis gafas porque hay mucha letra que leer y propuestas que escuchar. Un sinfín de reuniones a los que no me gusta llegar tarde y deberes que corregir.

Cinco años autoconociéndome me dan una pequeña ventaja para saber que sola no puedo afrontar este mes. He repasado todos mis apuntes y sé que necesito mantener mi cuerpo ejercitado, mi mente despejada y mi corazón equilibrado. Rodearme de gente que me dé paz, caminar por la montaña, tomar el sol, varios litros de café y unos cuantos abrazos.

Y a ti, destino, solo te pido que me trates con dulzura y seas suave. Del resto me encargo yo, ¡gracias!

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